viernes, 20 de noviembre de 2009

taller de lectura y escritura de poesía

por diego lobo

Lugar a desarrollarse: Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires.


Nadie niega la importancia ni la conveniencia de participar en un taller de lectura y escritura. Las razones por las que alguien puede acercarse a este tipo de propuestas son diversas, algunos porque tienen una afición por la lectura pero prefieren que les presenten un recorrido, otros porque pretenden mejorar su redacción, a veces una persona puede estar aburrida, a otra la convenció un amigo que ya lo hizo. Estos ejemplos, claro, no son exhaustivos, pero sí reflejan en parte, cuán diversas motivaciones pueden estar detrás de esta decisión. Ahora bien, como se inscribe este taller en un ámbito deportivo; en un lugar, en donde la cinética del cuerpo pareciera detentar la hegemonía frente a otras actividades?. Pues bien, nuestra propuesta no está en contradicción con esa cinética, sino que agrega, como por otra parte fuera pensado por los fundadores de este club, que un cuerpo sano solo puede desarrollarse y tomar sentido junto a una mente sana y ejercitada.

Existe una expresión, seguramente un tanto vulgar, para referirse a ciertas personas que privilegian ante todo la lectura: “ratas de biblioteca”. Tales seres parecieran ser humanos abocados, exclusivamente a roer ordenados signos, generalmente obscuros y uniformes, con solitaria fruición. Si damos lugar a esta mitología, por que no pensar la posibilidad de un tipo de fauna fabulosa, cuyos hábitos la ubiquen en la orilla contraria a los primeros. Podemos incluso barruntar tales entes, verlos desplazar irremisiblemente pesos que se multipliquen hasta la enajenación. Una constelación de músculos, tendones y huesos provocando vehemencia y repetición al infinito. Nominalmente serían algo así como “las hormigas de la palestra”, sin ánimo de ofender a estos animalitos infatigables y laboriosos.

Si dentro del campo de lo insólito, es lícito imaginar tales exuberancias, también lo es dentro de lo real, conjeturar posturas que privilegien con tesón, ya el campo de la ejercitación física, ya el de las letras; olvidando el deseado equilibrio que entre ambos excesos debiera existir, tal como lo pensara, hace algunas centurias, la civilización griega; cuna del modo de ser occidental.

Porque obviando tanto lúdico disparate, nuestra propuesta de taller dentro de un club deportivo tiene ese fin: el de acercar instancias que a primera vista se manifiestan escindidas; el de lograr, sin falsas retóricas orientalistas, una cierta armonía, un atisbo de unidad.

Seguidamente, queda por develar por que este taller se refiere tan solo a poesía. En principio, se debe a que toda propuesta necesita un recorte, dada la infinitud de posibilidades. Salvando esta obviedad... existe aún otra: el humilde autor del taller tiene una predilección que quisiera compartir. Ahora bien, desde una perspectiva menos caprichosa, entendemos que el espíritu del deporte y del de la poesía no están tan alejados como a primera vista pudiera suponerse; no solo porque ambos privilegien una expresividad del yo tan fervientemente, sino también porque los dos incluyen un narcisismo visible o, para expresarlo en términos más alejados de lo patológico, una cierta afirmación positiva del ente. En ese sentido, ambas expresiones son coincidentes, pues el deporte es netamente vital; es, para decirlo en una expresión: un movimiento hacia el ser. También la poesía tiene este matiz, pues entre todos los géneros de la palabra escrita, es palabra que implica necesariamente. Raro es el poema cuyos versos, como bellos cristales, no transparenten a su autor.

Por esto creemos que poesía y deporte son rumbos paralelos que tienden a la autoreferencialidad y al autoconocimiento; que son, primordialmente, una forma de existencia que se prueba a sí misma.

Este taller entonces, tiene el objeto de compartir unas poéticas, con personas que piensen todo esto, aunque también, con aquellas a las que simplemente les guste leer y escribir; con las que se aburran e incluso con las que vengan producto de la recomendación de un amigo.

Sea como fuere, intentaremos dar sustento a la leyenda que hace más de cien años, está fijada bajo el escudo del club: “Mens sana in corpore sano”


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