domingo, 22 de noviembre de 2009

taller de escritura para sindicalistas

por gabriel graves

Contra todos los estereotipos se erige la realidad y, lo sabemos, la única verdad es la realidad. La literatura no es algo que se produzca, consuma y crezca sólo en cenáculos de altas casas de estudio. Está en todos lados y, la historia lo prueba, de los lugares menos esperables surgen aportes valiosísimos a la república universal de las letras.

¿Por qué un taller de escritura y por qué para sindicalistas? Un taller, porque la literatura se hace en grupo. Esto no niega la instancia íntima de producción en la que un autor se enfrenta a una hoja, pero trabajar con otros que comparten nuestros intereses mejora los resultados. Aviva las pasiones dormidas, encarrila las desorientadas y modera las exaltadas. ¿Por qué para sindicalistas? Porque el sindicalista es una persona que trabaja con la palabra y busca que la suya sirva como vehículo de la voz de otros. El trabajo del sindicalista es un trabajo de representación. En ese sentido, su trabajo se relaciona con el de la escritura. La capacidad de representar a otro, de entenderlo, darle forma a su mundo y guiarlo a buen puerto es necesaria en las dos actividades. También, porque el sindicalista es a menudo estigmatizado como una persona de pocas luces y ventajista. No negamos que esto exista, pero no podemos dejarnos llevar por la idea de que todo es igual. La existencia de una instancia sindical es indispensable para la lucha por los derechos laborales. Cambiar un estereotipo es complicado pero consideramos que una forma válida de hacerlo es salirse de los encasillamientos. Si un sindicato reclama para sí un espacio de creación literaria, está luchando contra un estereotipo que se tiene de los trabajadores y sus representantes. Esto es, también, parte de una lucha laboral.

La escritura no deja de ser, también, un trabajo. Hacer y rehacer una página, un párrafo, una frase, es una labor ardua y silenciosa. Pero la verdad es que con ese trabajo la escritura mejora. La instancia de hormiga que implica la escritura es el contrario del estereotipo del genio. Todos pueden escribir. Quien puede escribir un párrafo puede escribir una página y quien escribe una página puede escribir cinco. Y quien puede escribir cinco ya tiene un capítulo de una novela y al escribir diez, veinte veces esas cinco páginas, hay una novela. Y, si no se puede enseñar a escribir magistralmente, al menos se puede enseñar a corregir. Y con eso la escritura mejora, se escribe mejor que antes, se organizan mejor nuestras ideas y sabemos decir mejor aquello que ni sabíamos que queríamos decir porque no sabíamos que teníamos las herramientas para decirlo.

La novela es el género escriturario elegido. En parte porque una novela escrita de a muchos hace a esa solidaridad grupal que implica la labor sindicalista. Si todos están escribiendo una única novela hay que subordinar los lucimientos personales al interés grupal, todos quieren que el de al lado lo haga bien para tener una obra conjunta y mejor, todos tiran para el mismo lado.

La dinámica del taller dependerá de la cantidad de inscriptos, las actividades presentadas están planteadas para un grupo de entre cinco y diez personas, pudiendo existir adaptaciones de las actividades según los presentes. Es deseable, también, que el sindicato pueda proveer los medios para la publicación del escrito final.


No hay comentarios:

Publicar un comentario